Algo
que me encanta de mi trabajo es que siempre hago cosas diferentes. Con
frecuencia me encuentro en situaciones que de otra manera no experimentaría.
Ahora, eso no quiere decir que TODAS las experiencias son de mi agrado.
Hoy
estuve cubriendo el certamen de Nuestra Belleza Estado de México 2013. En toda
teoría presenta a las chicas más hermosas, o por lo menos guapas, de este estado
de unos 28 millones de habitantes. Sonaría bien, si tuviera 21 años. (Quitando
el hecho de que este estado no se caracteriza por tener mujeres bellas, todo lo
contrario; eso es otra historia). Pero mientras estaba allá, me percaté de una
cosa.
ODIO
los ambientes, y sobretodo a la gente, superficiales. Hacía mucho tiempo desde
que no deseaba vehementemente llevar a cabo un genocidio. Es increíble que
exista gente que se sienta atraída por el falso glamour, escondido detrás de
una sonrisa ensayada, maquillaje y un traje costo.
Esto no
es nuevo. Ni siquiera de adolescente me llamó la atención ese tipo de gremio.
Pero ahora mi repudio es mayor. Ha crecido para convertirse en antipatía. Sin
embargo, a pesar de toda la tirria, pude observar algo sumamente interesante.
Algo que hizo que mi “momento” valiera la pena.
Pude advertir
con nitidez cómo funciona el mundo de Satanás. Con vista privilegiada, como si
hubiera tenido un tour a los bastidores de algún acto escénico. Me cuesta
trabajo elegir las palabras. Pero es como “brillo y niebla”, que crea la
sensación de bienestar, alegría y éxito.
El
brillo es lo que comenté en el tercer párrafo. Las chicas bien vestidas,
haciendo un esfuerzo por hacer alarde de su belleza, vistiendo trajes
reveladores y joyas que llaman la atención a sus encantos (que de eso no tienen
nada). Los hombres haciendo gala de ropa con alguna insignia que otros
interpretan con el símbolo de $. Todo muy atractivo, hecho para llamar la vista
de los otros seres humanos.
Sólo
eso, no más. No hay inteligencia, ni cultura, ni aprendizaje. No se discuten
temas importantes, ni se proponen soluciones nuevas ideas. Por supuesto que
espiritualidad, ni se menciona. Tan sólo una escarcha, como si de hielo se
tratase.
La
parte de niebla es la que me abrió los ojos. Como si todo fuera un teatro de
marionetas. La gente es forzada a creer que quiere estar ahí. Creen que ser
reconocidos en ese mundito es importante. Como si fueran programados para
actuar como simios, siguiendo sus instintos animales. ¿Acaso soy el único que fustigaba
estar ahí?
Claro,
mi forma de pensar es gracias al entrenamiento que me ha dado Jehová, pero no
es sólo eso. Hay personalidades e intereses envueltos. La gente que es como tú
y como yo, ¿mantendrá su postura o acaba cediendo a las presiones sociales? ¿a
creer que eso lleva a la felicidad? o por lo menos fingir.
Esta es
una idea muy nueva. Tengo que meditar mucho más en el asunto. Pero una cosa es
clara. Jehová nos guía por el verdadero camino en que debemos andar. Las cosas
del mundo son, como lo dijo Pablo, un montón de basura.
Como
sea, esto nunca ha sido un problema de cualquier manera. Es bueno verlo, para
pensar en ello. Un poco de autoafirmación nunca está de más.