El virtuosismo está de regreso. La nueva generación que
impulsará los niveles de la música a límites inimaginables ha llegado para
quedarse, por unos cuantos años.
Así es, por segunda vez en una generación (si es que
tuvieron el invaluable privilegio de haber nacido en los 80’s o antes ) veremos
como se sube la barra en lo más alto,
sólo para que vuelva a ser súbitamente bajada a niveles casi primitivos.
Para estar en el mismo canal, vislumbremos un par de
ejemplos. El primero es en la década de 1960. El jazz vocal había sido la
música popular 20 años antes. Aunque era una simplificación de sus congéneres
del Bebop y el Swing, seguía manteniendo algo de complejidad en sus estructuras
armónicas. La década anterior, el surgimiento del rockabilly y la
popularización del blues y el country (que en esas épocas de segregación no era
más que blues tocado por blancos) seguían haciendo que cualquier aspirante a
músico tuviera que tener por lo menos conocimiento de la escala pentatónica.
Sin embargo, el buen camino tuvo una desviación en 1962. En
Liverpool, Inglaterra, una banda llama The Beatles surgió y con ellos toda una
revolución musical. Pero en vez de ir hacia delante musicalmente, dieron un
giro de 180°. Su música era sencilla, fácil de tocar,
accesible a cualquier tipo de oído.
Los mismo sucedió a principio de
los noventas. Las décadas anteriores habían presentado una serie de grandes
innovadores en la música, tanto solistas como miembros de conjuntos. Solo por
citar nombres, Steve Vai, Joe Satriani, Steve Lukater y Eric Johnson por un
lado. Kerry King, Dave Mustaine, John Sykes y C.C. DeVille en el otro grupo
respectivamente.
Todo ese gran esfuerzo y progreso
en la música se fue al garete cuando vino la era Grunge. Una vez más, lo popular
era cantar mientras se tocaban 3 o 4 acordes durante 3 minutos. Adiós a los
solos de guitarra, batería en tiempos irregulares, teclados como parte
importante de la banda y bajistas que tuvieran noción de qué es lo que tocaban.
Después de esto, a partir de 2002
en adelante, comenzaba a vislumbrase la luz al final del tunel. La
popularización de bandas “post” y “core” hicieron que el practicar fuera un
requisito a cualquier ejecutante.
Sin embargo, como sucedió en momentos similares, la música
llega ser, por su complejidad de apreciación y ejecución, inaccesible para la
mayoría de los escuchas.
Para ejemplo, Tosin Abasi, guitarrista de Animals as
Leaders, cuya técnica quasi perfecta, manejo soberbio de las 8 cuerdas como si
se tratara de una pequeña guitarra de feria, complejidad armónica de un genio y
desarrollo rítmico digno de ser pesadilla de bateristas lo hacen tan buen
músico, llega a ser francamente irritante. Cuando ni siquiera los graduados de
universidades de música podemos tocar sus composiciones, eso es señal de que la
barra se ha elevado demasiado.
En esta era de la sobreinformación, no dudo que pronto
aparezca en youtube algún preadolescente asiático que pueda emular a Tosin nota
por nota y al mismo tiempo aplaudir con los pies, pero la verdad es que ¿cuánta
gente “normal” podrá tocar esas mismas canciones?
No con lo anterior quiero decir que tanto progreso sea algo
malo. Todo lo contrario. Estoy más emocionado que nunca. Simplemente hago una
breve queja y nota mental al tiempo que tendré que dedicar a practicar de ahora
en adelante.
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