martes, 28 de agosto de 2012

El ciclo de la música



El virtuosismo está de regreso. La nueva generación que impulsará los niveles de la música a límites inimaginables ha llegado para quedarse, por unos cuantos años.

Así es, por segunda vez en una generación (si es que tuvieron el invaluable privilegio de haber nacido en los 80’s o antes ) veremos como  se sube la barra en lo más alto, sólo para que vuelva a ser súbitamente bajada a niveles casi primitivos.

Para estar en el mismo canal, vislumbremos un par de ejemplos. El primero es en la década de 1960. El jazz vocal había sido la música popular 20 años antes. Aunque era una simplificación de sus congéneres del Bebop y el Swing, seguía manteniendo algo de complejidad en sus estructuras armónicas. La década anterior, el surgimiento del rockabilly y la popularización del blues y el country (que en esas épocas de segregación no era más que blues tocado por blancos) seguían haciendo que cualquier aspirante a músico tuviera que tener por lo menos conocimiento de la escala pentatónica.

Sin embargo, el buen camino tuvo una desviación en 1962. En Liverpool, Inglaterra, una banda llama The Beatles surgió y con ellos toda una revolución musical. Pero en vez de ir hacia delante musicalmente, dieron un giro de 180°. Su música era sencilla, fácil de tocar, accesible a cualquier tipo de oído.

Los mismo sucedió a principio de los noventas. Las décadas anteriores habían presentado una serie de grandes innovadores en la música, tanto solistas como miembros de conjuntos. Solo por citar nombres, Steve Vai, Joe Satriani, Steve Lukater y Eric Johnson por un lado. Kerry King, Dave Mustaine, John Sykes y C.C. DeVille en el otro grupo respectivamente.

Todo ese gran esfuerzo y progreso en la música se fue al garete cuando vino la era Grunge. Una vez más, lo popular era cantar mientras se tocaban 3 o 4 acordes durante 3 minutos. Adiós a los solos de guitarra, batería en tiempos irregulares, teclados como parte importante de la banda y bajistas que tuvieran noción de qué es lo que tocaban.

Después de esto, a partir de 2002 en adelante, comenzaba a vislumbrase la luz al final del tunel. La popularización de bandas “post” y “core” hicieron que el practicar fuera un requisito a cualquier ejecutante.

Sin embargo, como sucedió en momentos similares, la música llega ser, por su complejidad de apreciación y ejecución, inaccesible para la mayoría de los escuchas.

Para ejemplo, Tosin Abasi, guitarrista de Animals as Leaders, cuya técnica quasi perfecta, manejo soberbio de las 8 cuerdas como si se tratara de una pequeña guitarra de feria, complejidad armónica de un genio y desarrollo rítmico digno de ser pesadilla de bateristas lo hacen tan buen músico, llega a ser francamente irritante. Cuando ni siquiera los graduados de universidades de música podemos tocar sus composiciones, eso es señal de que la barra se ha elevado demasiado.

En esta era de la sobreinformación, no dudo que pronto aparezca en youtube algún preadolescente asiático que pueda emular a Tosin nota por nota y al mismo tiempo aplaudir con los pies, pero la verdad es que ¿cuánta gente “normal” podrá tocar esas mismas canciones?

No con lo anterior quiero decir que tanto progreso sea algo malo. Todo lo contrario. Estoy más emocionado que nunca. Simplemente hago una breve queja y nota mental al tiempo que tendré que dedicar a practicar de ahora en adelante.

Mentiría si dijera que sé cual es el siguiente límite a ser alcanzado. Lo único que sí puedo afirmar con certeza es que deseo que cuando llegue el siguiente John Lennon o Kurt Cobain, alguien los saque de su miseria rápidamente, antes de que puedan influenciar a toda una generación a regresar a 3 acordes por canción.