jueves, 18 de abril de 2013

Reflexiones V


Amor por la fotografía

Este fin de semana tuve la oportunidad de aprender de uno de los mejores fotógrafos de mi país. Jesús Eduardo López ha trabajado para National Geographic desde hace 25 años, en los cuales ha tenido varias portadas, para versiones nacionales, no necesariamente la de México, y también cuando se hacen ediciones mundiales.

Fue una experiencia formidable, que llevó mis habilidades en fotografía al siguiente nivel. Difícilmente hubiera aprendido todo lo que obtuve en ese par de días sin antes haber pasado por un extenuante proceso de prueba y error, además de que el tiempo implicado. Técnicas como la correcta exposición a la luz, uso de flashes externos y pintar con luz fue algo nuevo. Además, mayor entendimiento de la composición fotográfica y la añadidura de LightRoom a mi lista de software son un plus interesante para tenerse.

Aunque no todo lo puedo aplicar a la videografía, las cosas que sí puedo sin muy valiosas. Las que no, tendrán que relegarse al hobby. Uno que no me molesta para nada tener. Hasta me sorprende no haber tenido ese interés antes. En ninguna de las dos cosas, de hecho. ¿Será que pasé mucho tiempo de mi adolescencia contemplando la pantalla de la TV?

A mi me gusta recordar esa época como aquella en la que leía y tocaba guitarra. Pero al parecer mi familia no lo recuerda así. Dicen que si querían verme, estaba siempre frente al monitor. Bueno, por lo menos era History Channel y no MTV.

Quizá no sea del todo malo. Aún soy lo suficientemente joven para, con diligencia y disciplina, poder recuperar el tiempo perdido. Además, quizá soy tan buen videógrafo porque en mi subconsciente entiendo todo lo referente a “pacing”, encuadre y estructura que debe llevar una producción multimedia. Otra prueba de “no hay mal que por bien no venga”.

Pensando en ti

Hoy me escribiste un mensaje que me puso a meditar. Me dijiste que “extrañar a alguien no es sobre cuándo fue la última vez que se encontraron o cuánto tiene que hablaron, sino sobre hacer cualquier cosa y desear que esa persona esté a tu lado”. Concuerdo plenamente con tus palabras.

Decirte que eso es exactamente lo que siento y pienso a cada segundo sería sólo redundar una idea ya muy trabajada. Además, como dice Sant. 2: 26 “la fe sin obras está muerta”. Es por eso que, aunque no pienso dejar de decírtelo, haré que mis obras tengas más volumen que cualquier cosa que salga de mi boca.

Como sabes, mi plan es mudarme hasta el año que viene. Pero para eso aún faltan mínimo 8 meses, son contar que probablemente ese cambio no sucederá el 1 de enero de 2014. Entonces. ¿qué puedo hacer desde aquí? Es ahí donde está el problema, pues muchas veces no tengo ni la menor idea…

¡Se aceptan sugerencias! Quizás sea buena idea volver a crear algún especie de proyecto conjunto, pero tengo que dejar madurar esa idea.

Sobre música y comida

El otro día que me encontraba cocinado, o “ensuciado la estufa”, como dice mi madre, me percaté que durante todo el proceso estuve pensando en música. Cierto, ya había detectado que eso suele pasar en toda mis demás actividades. Pero lo que llamó mi atención fueron las canciones, puesto que jamás las había escuchado.

Generalmente pienso en rolas que conozco. En el campo es normal que traiga en la cabeza la misma canción que estaba oyendo de camino allá. En este momento estoy atento a lo que reproducen las bocinas de mi lap. Sin embargo, cuando cocino mi cerebro crean nuevas canciones.

Esto es un descubrimiento verdaderamente emocionante. ¿Será que por fin he encontrado el gatillo que activa mis dotes de compositor? De ser así, he dado fin a una búsqueda de por lo menos 19 años.

Aún no encuentro ninguna relación de por qué esto sucede. Será que al cocinar y sólo seguir instrucciones, mi cerebro quiere inyectarle ese elemento personalizado, y como todavía no tengo el nivel de reemplazar ingredientes por otros, entonces le agrega algo que está casi al mismo nivel de pasión. Digo casi porque la música es más.

Esto es algo que vale la pena investigar. Voy a hacerme unos huevos rancheros a ver que pasa.

Dream of a Thunderstorm


I have a dream. A very simple one, actually.

You and I are alone, somewhere in a limbo of time and place, only with a big window and darkness as loyal chaperons.

Outside a thunderstorm strikes the earth, and it winds tremble the glass screen we are facing.

You are sitting on my lap. One of my hands adds support to your back. The other caresses the silky-smooth skin of your beautiful face.

I look deep into your blue eyes, blue as the ocean in all its might, in the profundity of mariana’s trench.

My sight is looked there for what it seems like an eternity, but at the same time, just an ephemeral second.

My lips meet yours. Indescribable honey flows. Nothing in the world can compare to this taste.

We are stunned by delight, slowly waking the hidden desire. Bound by this act of love.

Yet, silence from words remains. There is the clash of the unforgiving weather outside, in the distance, reminding us we still live in this earth.

The harmony of the elements is perfect, worthy of renouncing the ability speech, just to appreciate it.

Still, I dare to break it, in a last deed of defiance, as the whisper “I love you” enters your ear.